El Voluntariado
Es el accionar de una persona que actúa de manera desinteresada, responsable y sin retribución económica, que se realiza en beneficio de la comunidad y responde a una voluntad de servir. Es una actividad solidaria y social, no es una ocupación laboral, es una decisión responsable que proviene de un proceso de sensibilización y concientización que no hace diferencia de sexos, religiones ni ideologías.
¿Por qué te necesitamos?
Porque A.L.M.A., como otras organizaciones, no existiría sin voluntarios. Somos fundamentalmente solidarios, donamos nuestro tiempo.
Porque te ofrecemos distintos espacios para intervenir:
- Colaboración en actividades programadas, de apoyo a la organización y en tareas del área administrativa y legal.
- Colaboración en el área de comunicaciones, campañas de difusión y apoyo en atención de calidad para los usuarios.
- Colaboración en la gestión de la Asociación, apoyo en las áreas administrativa y legal.
- Colaboración en la difusión de sus programas y otras actividades de la institución.
Mi experiencia como voluntario en A.L.M.A
Se me hace difícil escribir sobre mi experiencia como voluntaria en A.L.M.A. porque vivo cada lunes, en el Taller de Estimulación Cognitiva y en Musicoterapia, de una manera diferente, son muchos sentimientos encontrados. Sin embargo, debo empezar diciendo que la Asociación me dio la oportunidad de reflexionar, de procesar el Alzheimer de mi abuela. Cada vez que estaba con ella, me sentía distante, imposibilitada de establecer un vínculo, sólo era capaz de ver a la enfermedad y no a la persona que tenía en frente.
En los talleres, gracias a Cristina, Marcela, Sandra y Celeste que me enseñan siempre cosas nuevas, empecé a tener herramientas, a dejar de sentirme desprotegida. No sólo comprendí el verdadero valor de una caricia y un abrazo, sino también la importancia de las ONG y el trabajo coordinado entre los diferentes especialistas de la salud. A.L.M.A es una red de contención tanto para el que está afuera y se acerca a pedir información, como para los que la componen y han pasado por situaciones semejantes.
Agradezco plenamente la oportunidad que me brindan todos, la confianza que depositan en mí. Tengo suerte de recibir tanto cariño por parte de los pacientes que asisten a los talleres, los parientes y cuidadores de los mismos y los compañeros del voluntariado, porque me impulsan a ser mejor persona, a mantenerme informada y a dar una mano cada vez que se necesite.
Es por eso que aconsejo sumarse a la experiencia del voluntariado porque, aunque no tengas a una persona cercana o familiar que padezca Alzheimer, donar un poco de tiempo en una actividad tan redituable y enriquecedora a nivel personal simplemente hace bien.
A.L.M.A. y yo, compartiendo el voluntariado
Llegué a A.L.M.A. por necesidad, buscando ayuda; como muchos, llena de dudas, miedos, sentimientos contradictorios, en una especie de laberinto del que no es sencillo salir. Cuando estamos pasando por una situación difícil, con más escollos y angustias que alternativas y certezas, quisiéramos que alguien nos diera una “receta mágica”, o por lo menos una palabra de aliento o una palmada en la espalda, queriendo significar que todo va a estar bien.
Cuando (a los ochenta y tantos) mis padres ya no pudieron estar solos en la casa donde habían vivido durante casi 50 años, y dsepuès de serios conflictos familiares (con más cuatro hermanas) había llegado el momento de tomar decisiones importantes. Mi esposo, nuestros hijos y yo nos animamos a adoptar a Juan y Ángela: vendimos nuestra casa para poder construir una más grande, donde ellos tuvieran “su” lugar y su intimidad.
Con la convivencia se hicieron más evidentes algunas cuestiones preocupantes, que hasta ese momento siempre atribuimos a la edad avanzada de mamá y a su forma de ser. Hasta que, luego de alguna spruebas durante la consulta con el médico, llegó el diagnóstico: deterioro cognitivo severo.
No sabía nada del tema; el médico me entregó un cuadernillo con información sobre la enfermedad, pero luego empecé a investigar en Internet sobre Alzheimer y fue así que encontré los datos de A.L.M.A. Me tomó tiempo reaccionar: un día llamé por teléfono, despuès concurrí a la Sede para la entrevista personal; más adelante mi esposo y yo comenzamos a participar cada mes del Grupo de Apoyo para familiares en el Hospital Zubizarreta.
Pronto falleció papá, el cuidador principal; aproximadamente al año falleció mamá. Al mes siguiente fui al Grupo de Apoyo para despedirme y agradecer todo lo que allí había recibido y aprendido. En esa oportunidad me preguntaron si quería sumarme a la Asociación como voluntaria y dije que lo pensaría. Unos día después acepté, sin saber muy bien en qué podría colaborar; pero sentí la necesidad de devolver lo que me brindaron en A.L.M.A. y ayudar a otras personas que, como yo, se sienten solas, asustadas, sin recursos frente a una situación traumática.
Poco a poco fui conociendo al GRAN equipo de voluntarios de A.L.M.A. Comencé como observadora/acompañante en la actividad de los Asesoramientos Personalizados; concurría a las Charlas mensuales que brindan los profesionales, lo que me ayudó a ampliar mis conocimientos sobre la enfermedad; asistía a las reuniones de Voluntarios y me sumé al grupo encargado de las Presentaciones Institucionales; en ocasiones fui ayudante en diversos eventos de la Asociación; colaboro en el “Café con A.L.M.A.”, los terceros miércoles del mes; tuve la oportunidad de participar en Taller de Capacitación organizado por ADI Ginebra; también formo parte del Equipo de Trabajo que organiza el Mes Mundial del Alzheimer en septiembre y coopero en el Proyecto Comunidad Educativa Amigable.
Siempre me sentí respetada, querida y valorada por las personas con las que comparto el Voluntariado. Creo que juntos podemos lograr objetivos que nos permitan mejorar las condiciones y la calidad de vida de las personas afectadas.
Para terminar comparto este pensamiento: “La fuerza no proviene de la capacidad física sino de la voluntad indomable” Mahatma Gandhi.
Un camino para el servicio
Me acerqué a A.L.M.A. para recibir orientación, fui con mi familiar enfermo de Alzheimer, a mi cuidado. Nos atendió Lidia iriarte, voluntaria. Me quedé con tres cosas: la primera, el buen trato, la calidez y la buena información, la segunda, el reconocimiento de la dignidad de la persona enferma porque ella se dirigió en todo momento a mi hermano y, la tercera, en la conversación surgió la posibilidad de formar un A.L.M.A. en Corrientes.
Era el año 2004, necesité tiempo para madurar mi vínculo con la enfermedad, me tomé ese tiempo y volví en el 2010 para ofrecerme como voluntaria.
A partir de entonces constaté que lo guardado de mi experiencia de acercamiento a A.L.M.A. coindçcidía con la misión de la Asociación, sobre todo en lo que se refiere a difundir la enfermedad con información actualizada y aquello de hacer todo lo posible para mejorar la calidad de vida del paciente y familiares cuidadores.
Quizás lo más valioso fue descubrir que la tarea y misión del voluntariado coincide con mi vocación: servir.
Soy muy respetuoso de la historia de la Institución y valoro a sus protagonistas que hicieron y hacen posible A.L.M.A. en el país. Hoy me siento “parte de” y co-protagonista, desde mis posibilidades. Gracias por darme la oportunidad.
Me entusiasma las tareas que realizo y estoy aprendiendo cada día.
Acompaño a Norma de Nardi en la coordinación del Grupo de Apoyo a Familiares del hospital Zubizarreta. Colaboro en el asesoramiento personalizado a familiares, en la Sede.
Actualmente colaboro con el equipo de trabajo para la edición de la Revista A.L.M.A. 2011 con Noemí Medina y Nieves Pazos, dirigida por Ana Baldoni. Y con Noemí, en el diseño y programación de un Curso de Capacitación para Coordinadores de Grupos de Apoyo para Familiares.
Otra actividad que me pone muy contenta es la de colaborar en abrir espacios, en otros lugares del país, allí donde faltan grupos de apoyo para familiares. Creo que respondí a la invitación de: “Sumate a A.L.M.A. con el alma” y soy feliz.